05 de Junio del 2013
Los tamaños y los precios de los pellets son muy variados, sin embargo, es aconsejable optar por materiales que garanticen una mínima calidad. De lo contrario, la caldera o estufa, se ensucia en exceso y se atasca. Es posible que a largo plazo origine una oxidación en la cámara de combustión por excesivas condensaciones.
Normalmente, la calidad de los pellets se reconoce por su color y el estado de la pieza. Deben ser brillantes, lisas, con una longitud uniforme y carecer de polvo. Otros aspectos que proporcionarán una mejora en rendimiento son:
Estar libres de cuerpos extraños, como restos de papeles, rebabas de metales o tierra.
Es preciso que el pellet sea compacto y no se desmorone en exceso durante su manejo. No tiene que tener demasiado serrín o polvo. En ese caso, su combustión produce más cenizas y hollín de lo deseable, ensucia el hogar de combustión y chimenéa con más facilidad.
El pellet no tiene que estar agrietado. Si se distinguen en él unos cortes profundos, está hinchado o reventado, la pieza tiene humedad. Su rendimiento calorífico desciende y aumenta la presencia de humos en la combustión.
Su color ha de ser uniforme. Si el cilindro tuviera motas o puntos de colores llamativos delataría la presencia de desechos de formica y plásticos, junto con el serrín natural.
Los pellets han de tener mayor densidad que el agua. Para comprobar la calidad de las piezas se sumerge una pequeña cantidad en un recipiente. Si la calidad es buena, los pellets se hundirán, mientras que el resto flotará. Si pasados cinco minutos las piezas que permanecen en el fondo no se deshacen, significa que contienen aglutinantes o colas. Esto provocará más humo en la combustión.